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La Compañía Teatral del Norte, estrenó el escenario de La Cachetona en la Plaza Hidalgo con la obra “Andronicus”,  dirección de Paulo Galindo

Hilda Valencia

¿Teatro como atrocidad poética, en tiempos de pandemia, es aceptable para crear catarsis?

Tito Andrónico en la época isabelina fue muy popular, lo que fue bueno para Shakespeare; el público sediento de sangre, llenaba las funciones. En pleno siglo XXI quizás alguna analogía con nuestra realidad y los medios audiovisuales donde pululan las series, noticieros, películas, que manchan las pantallas con su rojo embravecido.

La cascada de sangre en la obra, donde los sucesos es una carrera de atrocidades que rallan en el surrealismo.

  • Tito en la guerra contra los godos, pierde 25 de sus hijos.
  • Tito toma como rehén a Tamora y sus tres hijos.
  • Tito sacrifica al hijo mayor de Tamora en memoria de sus 25 hijos muertos en combate
  • Tito elige quién será el próximo gobernante.
  • Los hijos de Tamora, violan y le cortan la lengua y las manos a Lavinia, hija de Tito.
  • Tito se corta la mano para salvar a sus hijos de la muerte.
  • Tito recibe las cabezas de sus hijos asesinados.
  • Lavinia usó sus muñones para develar a sus violadores.
  • Tamora disfrazada de Venganza y sus hijos de Asesinato y Violación.
  • Tito mata y cocina a los hijos de Tamora en venganza.
  • Tito mata a Lavinia para salvar su honor.
  • Tito da de comer a Tamora sus hijos y luego la asesina.
  • Muerte de Tito por Aarón.
  • Muerte de Aarón por Lucio, hijo de Tito.
  • Lucio gobernante.

Todo este material puede entusiasmar para hacer una parodia, el público puede sentirse horrorizado y reír, porque hay indignación y risa a medida que avanza la obra hacia su conclusión, porque se vuelve absurdo, como quizás es la vida.

Pero ese absurdo puede convertirse en un hecho extraordinario de reflexión en la escena, porque el acto escénico puede desplegar el imaginario, para hacer de la risa y la indignación un golpe de conciencia que congele la risa y nos cuestionemos de qué nos reímos.

Aunque el mismo Harold Bloom, estudioso del bardo, en su libro Shakespeare, la invención de lo humano, dice:  “Creo que no volvería a ver la obra de Tito Andrónico, a menos que la dirigiera Mel Brooks, con su compañía de mimos, o acaso también podría convertirse en una comedia musical. Aunque es evidente cierta fuerza a través del texto, no puedo conceder ningún valor intrínseco. Solo nos importa porque Shakespeare, la escribió, y al hacerlo purgó en gran parte a su imaginario de Marlowe y Kyd.” 

Aún, si el modo que se elige es divertir, sin diseccionar la profundidad del agravio, el dolor, el sadismo, la sinrazón, habría que preguntarse

  • ¿Se puede exponer la sagacidad política de Tito, para manipular, crear una imagen, engañar, imponer, descalificar, empoderar sin ética, ni culpas; y de la misma manera utilizar los sufrimientos de la desdichada de su hija Lavinia, violada y mutilada?
  • ¿Cómo dimensionar la situación de Tamora en el festín de comerse a sus hijos, la violación a Lavinia por los hijos de Tamora que alegremente matan a su marido y después utilizan el cadáver como cama para la violación, para luego cortarle lengua y manos.

¿Qué postura tomar ante Tito, el personaje shakespereano?, que es consecuente hasta el final, utiliza a su hija para tomar venganza por su violación y el asesinato de sus hijos, para luego darle muerte para salvar su honor.

¡Muere Lavinia y tu vergüenza contigo!,

¡Y con tu vergüenza la pena de tu padre!

 Ante un conflicto tan atroz, debería existir una resolución contundente, de ninguna manera en entendimiento y empatía con Tito.

En ello es que me estremeció el alma y el pensamiento ver esa anoche en la función de estreno de Andronicus con la Compañía Teatral del Norte, banalizar y revictimizar el personaje de Lavinia, cuando vivimos en un país donde los feminicidios y violaciones son el pan de cada día.

Por qué utilizar juegos escénicos que revictimicen a Lavinia, que subestiman el agravio como tal, reduciendo la violación y mutilación a un asunto de impunidad y burocracia jurídica.

Quedan la violación y mutilación en segundo plano, haciendo risible la incapacidad de hablar provocada por la mutilación. Los recursos de gag (efecto cómico) llevan a un desenlace y comentario que enfatiza la postura de la dirección escénica ante un hecho específico. Al final el personaje de Lavinia simplemente desaparece. A pesar de que en el prólogo de la obra se pone el dedo en la llaga de los agravios políticos y sociales que se van a presenciar.

Hoy por hoy existen muchas Lavinias, y son un testimonio de la opresión que la sociedad patriarcal ejerce sobre las mujeres, en todos los ámbitos: educación, económía, salud, justicia, cultura, familia, trabajo.

Nadie quiere más Lavinias, ni una más.

Me viene a la memoria el documental, “Las tres muertes de Maricela Escobedo”. Una madre en la búsqueda de su hija ultrajada y enterrada entre cerdos.  La madre encuentra al asesino, que finalmente después de todas las trabas posibles de la justicia, lo llevan preso, es un feminicida confeso y aun así lo dejan libre. Maricela luego es asesinada frente a Palacio de Gobierno.

Maricela como miles de mujeres son una profunda herida que todo el país tiene que sanar, es una deuda con las mujeres ultrajadas y asesinadas de nuestro país. Diario asesinan 9 mujeres en el país, Sonora tiene el cuarto lugar en violencia misógina, Hermosillo hasta el 2020, ocupa el sexto sitio a nivel nacional en feminicidios.

Pienso que el teatro es un espacio de divertimento, entendido como ese espacio de libertad e inteligencia creativa que nos devela otras realidades, donde creamos empatías y reflexión. Es el espacio vacío habitado por personajes e historias que nos revelan realidades a través de una nueva mirada. En ello el discurso escénico de lo que queremos decir y cómo lo decimos es la esencia de la puesta en escena en el acto de comunión con el público.

Además, no hay que olvidar que el arte transforma, así como la representación de lo humano de Shakespeare. El bardo de Avon sigue estremeciendo los escenarios del mundo, sus Otelos, Ofelias, Julietas, Lavinias, Tamoras, Titos, Ricardos, Hamlets, habitan nuestras ciudades.  Han pasado más de cuatrocientos años y la condición humana sigue en el centro del pensamiento del ser humano. 

Mirar, cuestionar y transgredir a través del arte, la violencia, el racismo, el poder, el miedo; es harto complicado. Nada sencillo es develar los laberintos del vivir cotidiano, de la sin razón como algo extraordinario en el teatro.

Entonces más allá de elegir el género en que decidimos contar una historia, es esencial preguntarnos ¿qué queremos decir? y ¿cómo lo decimos?

Riguroso en su discurso teatral y su poética estética, Ludwik Margules, nos repetía con su sabia ironía “el escenario no es el basurero de las ocurrencias” La imaginación es la complejidad del pensamiento y sensibilidad humana. El criterio de selectividad, exige rigor para consigo mismo y bondad infinita.

1 Comment

  • Ana Isabel Campillo
    Posted 19 septiembre, 2021 3:06 am

    Maestra Hilda, gracias por sus comentarios tan acertados y tan necesarios. Ver el teatro con distintas miradas es indispensable. Ofrecer recursos para la reflexión lo es más.

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